Historias de emprendedores exitosos
Cuando empiezas a emprender en algo, a veces salta la duda ¿y si fracaso? O, ¿y si no tengo éxito porque soy joven? No tienes que preocuparte por eso. Aquí hay dos historias de jóvenes que, esforzándose y poniendo de su parte, lograron volverse emprendedores exitosos.
Yody Ortiz
Desde su niñez, a Yody Ortiz Salinas le era normal ver a su madre cortar tela y coser ropa en su vieja máquina. Mientras ella hacía esto, siempre le repetía que debía volverse profesional. Que ella "sí tenía que ser alguien importante en esta vida"
"Recuerdo mucho cuando me inculcaba estudiar en la universidad para no depender de nadie. Éramos cuatro hermanos y todos poníamos mucho esfuerzo en salir adelante hasta que un día, cuando ya estaba estudiando Psicología en la universidad, mi madre se enfermó y tuve que ayudarla", recuerda.
Aquella vez, Yody trabajó por primera vez con la máquina y cosió un mantel navideño que le encargaron. Después de esto, cambió su futuro profesional por completo. Quiso aprender más. Quería diseñar y fabricar accesorios. Sin embargo, sus padres se oponían a esto, pero ella les prometió que esto no influiría en sus estudios.
A partir de entonces, empezó a vivir entre los libros y las telas, hasta que logró acabar su carrera. Desde entonces, empezó a confeccionar desde carteras y monederos hasta accesorios para el cabello. Pero siempre con su estilo.
Para continuar, debía constituir su propia empresa y marca y la bautizó como "Yody". "Ahora tengo 25 modelos de cada prenda, y una tienda en sociedad con una amiga en Jesús María. Aunque mensualmente facturo entre dos mil y dos mil 500 soles, mi sueño es expandirme, tener más tiendas y luego exportar. También he pensado abrir una escuela para niños especiales de bajos recursos y enseñarles a ganarse la vida", afirma
Gastón Molina
Hijo de un reconocido magistrado y un ama de casa, este joven tuvo que seguir el camino de su padre. Por ello, estudió dos años en la escuela de leyes. Sin embargo, lo que siempre lo atrajo fue el olor de la comida y su preparación. En ese momento, él abandonó la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú para volverse un chef profesional. Ahora posee estudios especializados en la Universidad San Ignacio de Loyola (USIL) y en el instituto culinario Le Cordon Bleu.
Él sueña con ser el siguiente Pedro Miguel Schiaffino, dueño del Malabar Restaurante & Bar. También es dueño de la cevichería La aldea de Gastón, que compró en once mil dólares hace cuatro años. Inversión ya recuperada, pues ahora factura cuarenta mil soles mensuales. Aquí lo ayudan seis ayudantes y su hermana administra el negocio. Además, agrega:
"En el Perú y en el mundo hay muchos cocineros que nunca estudiaron ni fueron a una universidad y son muy buenos. Pero, cuando estudias esta carrera aprendes la base de la gastronomía. Aprendes a conocer los productos, sobre nutrición, alimentos, mezclas y sabores. Además de gerencia porque lo importante es innovar y constituir tu propio negocio. Esa debe ser la meta de todo profesional"
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